La amonedación en América precolombina se caracterizó por el uso de metales preciosos como el oro y la plata, así como por la producción de objetos ceremoniales y decorativos que también eran utilizados como medio de intercambio.
En Mesoamérica, la civilización azteca utilizaba como moneda pequeñas piezas de tela, granos de cacao y piezas de oro y plata, que eran llamadas “quetzales”. Los mayas también utilizaron granos de cacao como moneda de cambio, mientras que en la región andina de Sudamérica, la civilización inca utilizaba pequeñas piezas de metal, como el tumbaga, una aleación de oro y cobre, y también utilizaban productos agrícolas, como la quinoa y el maíz, como medio de intercambio.
En algunas culturas, la amonedación era una actividad exclusiva de los gobernantes o de los templos religiosos, quienes producían monedas para su uso interno y también para el comercio con otras regiones. En la región de Mesoamérica, los aztecas producían monedas con fines ceremoniales y de regalo, y los toltecas producían monedas con imágenes de sus dioses y reyes.
En general, la amonedación precolombina se caracterizó por una gran variedad de formas y materiales utilizados como moneda, así como por su uso no solo como medio de intercambio, sino también como objeto ceremonial y decorativo.