La amonedación japonesa tiene una larga historia que se remonta al siglo III d.C., cuando los chinos introdujeron las primeras monedas de bronce en el país. Durante la Edad Media, se acuñaron monedas de cobre y de oro que presentaban diseños muy elaborados y detallados, y que se utilizaron en el comercio con China y Corea.
Durante el período Edo (1603-1868), Japón pasó por un largo período de paz y estabilidad política, lo que permitió el desarrollo de una moneda nacional más estable y confiable. Las monedas de plata y oro se convirtieron en las principales formas de dinero, y se acuñaron monedas de cobre y hierro para la circulación diaria.
En el siglo XIX, Japón se abrió al comercio con Occidente y adoptó un sistema monetario basado en el yen, que se convirtió en la moneda oficial del país. Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno japonés emitió monedas y billetes de papel para financiar el esfuerzo bélico, lo que llevó a una fuerte inflación.
Después de la guerra, Japón se reconstruyó y modernizó rápidamente, y la amonedación evolucionó para reflejar estos cambios. En la actualidad, la moneda japonesa se acuña en una variedad de denominaciones y diseños, y se utiliza ampliamente en la economía global. La moneda de 5 yenes, con un agujero en el centro, es especialmente emblemática y se considera un símbolo de la cultura japonesa.