La Edad Media fue una época de gran importancia para la historia de la moneda. Durante este periodo, se produjo una expansión económica sin precedentes y un aumento del comercio internacional, lo que llevó a un mayor uso de la moneda como medio de cambio. La amonedación en la Edad Media se caracterizó por una gran variedad de monedas, con diferentes pesos y medidas, y un alto grado de variabilidad en la calidad y la pureza de los metales utilizados.
Uno de los principales avances en la amonedación medieval fue la introducción del molino de agua, que permitió una producción más eficiente de monedas de alta calidad. Las monedas medievales también presentaban una gran variedad de diseños, a menudo con motivos religiosos o políticos. La Iglesia Católica tenía un gran poder durante este periodo y a menudo utilizaba su influencia para promover la circulación de monedas con imágenes religiosas.
El oro y la plata eran los metales más utilizados en la producción de monedas medievales, aunque también se utilizaban otros metales como el cobre y el bronce. La pureza de los metales variaba ampliamente, lo que llevó a la introducción de medidas como el toque, que indicaba la pureza de la moneda. En algunos casos, las monedas medievales eran simplemente trozos de metal con un sello que indicaba su valor.
Durante la Edad Media, muchos países comenzaron a acuñar sus propias monedas. Los reyes y los señores feudales acuñaban monedas con sus propios símbolos e imágenes, lo que les permitía mostrar su poder y su riqueza. Sin embargo, también se producían monedas comunes y de uso generalizado, como los denarios y los solidus.
La amonedación medieval también se caracterizó por una gran variedad de valores y denominaciones. Además de las monedas de oro y plata, se producían monedas más pequeñas de bronce y cobre. Estas monedas a menudo tenían un valor nominal muy bajo y se utilizaban como monedas de cambio en transacciones cotidianas.
A medida que el comercio internacional se expandía, la necesidad de una moneda común se hizo cada vez más evidente. Esto llevó a la introducción de monedas internacionales como el florín de oro y la ducado de oro. Estas monedas se utilizaban en todo el mundo medieval y ayudaron a impulsar el comercio y el intercambio económico.
En general, la amonedación medieval fue un periodo de gran innovación y desarrollo en la historia de la moneda. La producción de monedas se hizo más eficiente y la variedad y calidad de las monedas mejoró significativamente. Además, la introducción de monedas internacionales ayudó a impulsar el comercio y el intercambio económico a nivel mundial.